
La intimidad del paisaje
¿Hacia dónde dirigir la mirada? ¿Cómo satisfacer a la retina saturada? ¿Cuándo permitirnos parar un momento, un instante suspendido en el tiempo como el de aquella tarde otoñal, en la que tal vez llovía, o tal vez el viento nos obligaba caminar encogidas
hasta la sala de cine en donde todo quedaba en pausa?
Desde esta nostálgica butaca de terciopelo rojo nacen las escenas de Alicia Castilla. Las referencias cinematográficas como Tarkovski, Béla Tarr o David Lynch merodean los cuadros sin limitarlos. El trazo de la artista homenajea a sus maestros y da un paso al frente. Construye su propio imaginario desde la reflexión introspectiva sobre el paisaje.
Cada tela nos conduce a un lugar soñado en donde la emoción se libera del corsé de la rutina y vaga por el horizonte como una ligera brisa que nos despierta de la absurda carrera de fondo en la que casi todos y casi todas andamos sumidas. De ahí que estas
escenas, unidades de tiempo, espacio y acción, se expandan dentro de quien mira. El trazo difuminado del óleo, los colores imposibles, el agua, la bruma, albergan el misterio inabarcable de la intimidad que nos conforma.
“Escenas. El instante suspendido” es una propuesta valiente y única, un desafío al actual consumo de imágenes y un alegato a favor del recuerdo de lo que quizá nunca ha sido.
Mar Gómez Glez, Madrid, 19 de febrero de 2025
Esta serie reúne una serie de pinturas al óleo construidas como fotogramas de proporción panorámica (16:9) de planos cinematográficos imaginados, primeros planos de personas pensativas que miran hacia la lejanía, a través de una ventana, desde algún umbral. Este es el punto de partida de esta serie, el diálogo del rostro con el paisaje, como una interacción emocional que tanto le interesa a Alicia Castilla en el mundo del cine y que ella ha querido plasmar a través de su pintura.
Durante la realización de esta serie se ha ido alejando de los rostros centrándose y desarollando con mayor profundidad la pintura del paisaje como transmisor de estados de ánimo. Sus paisajes invitan a la calma y suele haber algún elemento solitario en la inmensidad: un árbol, una casa en ruinas, un camino o simplemente el horizonte.
En sus últimos trabajos se puede observar una tendencia a la depuración y a simplificar los elementos de los paisajes, su interés reside en contar con pocos toques una atmósfera, un ambiente natural sin necesidad de pintar todos los elementos de la escena, despojándose de detalles y llegando a una cierta abstracción, realizando varias pinturas alla prima, en una sola sesión de trabajo.